Sí, sigo atorada en Jueces y sus múltiples mensajes que yo llamaría “de peso”.
La sucesión de jueces sigue desfilando capítulo a capítulo y, en cada cambio, la Biblia señala: “Hizo lo que agradaba a Dios y gobernó por tantos o cuantas años” o “Hizo lo que ofendía a Dios y él los entregó en manos de. . .”. El hecho es que, una y otra vez, el que no seguía a otros dioses admitiendo los ídolos entre su pueblo, casaba a sus hijos e hijas con personas fuera de los israelitas, ambas cosas, pecados sobre los que Dios los había advertido en múltiples ocasiones.
Para entonces, muchas generaciones habían pasado desde los tiempos en que Israel fuera rescatado por Dios de la esclavitud y guiado de día y de noche en el desierto. Y, sin embargo, podemos estar seguros de que todos los israelitas, sin importar a que tribu pertenecían, conocían las historias de milagros, liberación y constante presencia de Dios entre ellos.
Entonces, ¿por qué hacían lo que ofendía a Dios, deliberadamente? Creo que parte de la respuesta es simple: porque aunque todos lo “sabían”, no todos los “creían”. Los que sabían las historias de los patriarcas y la forma en el Dios tuvo una relación estrecha e íntima, aparentemente, lo tenían como un pasado, empolvado bajo la tradición y no como una parte de su propia historia de vida. Y, de forma muy distinta, los que no sólo sabían sino que también lo creían, ponían en práctica los mensajes de Dios, sus mandamientos y sus promesas entendiendo que el paso de esa información de una generación a otra a lo largo del tiempo, no hacía que perdieran vigencia sino que seguías siendo las ordenanzas de Dios para ellos. Las adoptaban con toda lealtad en una forma de honrar al Dios que seguía siendo tan vivo y presente como lo fue para los primeros padres de Israel.
Y parece que el tiempo tiene esa capacidad de diluir y desgastar los mensajes aún en nuestros días. Cuando leo la Biblia y luego miro a mi alrededor, me doy cuenta que, muchas veces, también entre los creyentes de mi época está presente la tendencia de “culturalizar” el mensaje de Cristo y la evidencia de ello es la desobediencia en la que frecuentemente caemos, incluso en los mandamientos más básicos y fundamentales.
Mi conciencia se siente trastocada y me rehúso a seguirme sintiendo identificada con los israelitas en sus momentos de idolatría y rebeldía, y me propongo el hacer algo mejor de mi vida para honrar a mi Dios. Si tú tuvieras que elegir un juez que más cercanamente mostrara tu vida, ¿Cuál sería?. . . ¡Piénsalo bien!
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