jueves, 22 de marzo de 2012

"¡Fraude! o ¿Fraude?"

Algunas semanas atrás, al darme cuenta de que me era indispensable iniciar alguna rutina que incluyera algo de ejercicio, compré dos DVD´s de dos reconocidas especializas en ejercicios aeróbicos a ritmo de danza, para hacerlo en casa y en el momento más oportuno.
La portada de los dos materiales garantizaba que, con 15 minutos diarios de baile dirigido, recuperaría la condición física y mejoraría el aspecto de zonas específicas de mi cuerpo. Así que, cuando leí la garantía de resultados y el precio, sin dudarlo, los compré.
Hoy, después de más de un mes, me miro al espejo y noto que esa acumulación adiposa en mi vientre sigue redondeándolo y que mis brazos no han recuperado tonicidad, tampoco.  "Pero recuerdo claramente haber leído en las cajas de los DVD´s que esas zonas serían las primeras en mostrar los resultados", pensé. Ahora, me siento engañada y concluyo que ¡es un fraude!
Igualmente, he escuchado gente que, después de un tiempo de haber aceptado a Jesús como guía de su vida, concluye que, el cristianismo, no funciona y que su vida sigue igual a como era antes de tomar esa decisión. Y, aunque aceptan que la Biblia contiene sabiduría y es inspirada por Dios, no notan ningún cambio.
Por cierto, ¿Mencioné desde que compré los DVD´s para ejercitarme aún no les quito la envoltura?. . . ¿Será que, aunque la gente lee la Biblia, aún no quitan la envoltura a sus verdades y promesas para usarlas?
Bueno. . . sólo pensaba un rato. 

viernes, 16 de marzo de 2012

"¡Cuidado!"

Aunque muchos recomiendan leer la Biblia iniciando con el Nuevo Testamento, yo he encontrado que la secuencia cronológica, que inicia en Génesis, me da una visión muy distinta y me ayuda a entender como el hombre ha ido “entendiendo”, si es válida la aseveración, a Dios y como ha ido cambiando su relación con Él a lo largo del tiempo.
Y, más importante aún, descubro que Dios tiene memoria, que escucha y que considera las actuaciones, peticiones y necesidades de los seres humanos.
Semanas atrás, en Éxodo y Números, Moisés funcionaba como líder de los judíos y ahora, en Deuteronomio, Dios mismo les recuerda y dice en el versículo 16 del capítulo 18: “Esto es conforme a todo lo que pediste al Señor tu Dios en Horeb el día de la asamblea, diciendo: “No vuelva yo a oír la voz del Señor mi Dios, no vuelva a ver este gran fuego, no sea que muera”.
El tiempo al que se refiere es el momento en el que los israelitas, en lugar de aceptar una invitación para encontrarse con Dios, le piden que haya un intermediario entre ellos y Él. La solicitud, nos muestra Deuteronomio, es escuchada y atendida.
Aunque la petición misma amerita una reflexión en particular, una campanada de atención me invita a pensar que, ¡debemos tener cuidado con lo que pedimos!, porque Dios, sin duda, está escuchando.
Ante esta conclusión, pienso, la oración toma una nueva dimensión y requiere un tratamiento distinto. Tal vez los creyentes hemos confundido el acceso a Dios de manera directa y constante, con una descuidada forma de pedir Su intervención y su atención.
Desde hoy, me propongo recordar, ¡Cuidado con lo que pides!

martes, 13 de marzo de 2012

"Victoria express"

Después de leer la recapitulación que Moisés hace en los primeros capítulos de Deuteronomio, me pregunto: ¿Eran necesarios 40 años para llegar a la tierra prometida?
Y es que, intercalados en los pasajes de esa parte de la historia de los judíos, puedo ver con claridad el poderío de Dios quien deja claro, a través de sus prodigios, que no tiene barrera alguna para hacer lo que está en su Voluntad y sus propósitos. Entonces, ¿para qué esas guerras perdidas y esos años de peregrinar en un desierto difícil de sobrevivir?
Cierto es que ni el alimento ni la ropa eran problema y, a pesar de las ansiedades de los israelitas, no podían declararse perdidos porque, Dios, jamás dejó de estar presente para guiarlos. Pero, ¿no hubiera podido ahorrarles algo de las penurias de vivir como nómadas?
Es cuando llego a ese momento de la reflexión que encuentro la justificación a la fórmula que Dios utilizó. Para llegar a establecerse y vivir en una tierra de abundancia, era importante que los israelitas pudieran conocerse de cuerpo entero y reconocer cada una de sus debilidades, sus móviles internos, su ingratitud y su verdadera naturaleza. Algo que, a fin de cuentas, se revela en los momentos en que ellos se quejan, se rebelan a Dios, son infieles y vuelven a la idolatría, una y otra vez, antes de confiar en Él.
Cuando pienso en nosotros, los cristianos modernos, nos veo orando siempre por bienestar, desalentándonos cuando la respuesta a nuestra petición no llega y volvemos a ídolos que nos resuelvan lo que Dios, en apariencia, no puede resolvernos. Nos enrolamos en hiperactividad en el trabajo para lograr llegar a la tierra de la bonanza o buscamos con desesperación, en la pareja, la estabilidad y confort antes de acercarnos a Dios para sentir la paz anhelada. El trabajo, las relaciones, las diversiones, el dinero y tantas cosas son los ídolos con los que somos infieles a Dios.
Así que, si pienso en los judíos errantes por 40 años, es como pensar en nosotros los cristianos que tampoco entendemos que, la libertad de nuestro opresor “egipcio”, la muerte, también nos fue dada a través de Cristo y, que las pruebas de nuestro peregrinar por la vida, son para mostrarnos lo que llevamos dentro y para que podamos corregirlo.
Y concluyo que, para los cristianos como para los judíos, en esta vida, no hay victorias express.