martes, 22 de noviembre de 2011

"GPS"

El moderno GPS (Sistema de Posicionamiento Global), aparato que da direcciones al conductor para llegar a un destino determinado, cuando se generalice su uso, seguramente logrará que la mayoría de las parejas que van rumbo a una fiesta, lleguen sin pelearse.
Eso de recibir y escuchar direcciones para decidir qué camino tomar, cuando no se conoce el rumbo, es motivo de conflicto para más de una pareja.
En el caso de los israelitas, el asunto de decidir el camino quedó despejado cuando, Dios, personalmente, los guió a través del desierto con una nube de día y con fuego por la noche. De esta manera, ellos sólo debían seguir obedientemente las instrucciones.
Cuando programamos el GPS, éste nos permite algunas opciones como: decidir si queremos llegar más rápido, por el camino que sólo incluya vías principales o por el que se considera ideal por la zona que cruza, el tiempo de tránsito o la menor distancia.
Ese no fue el caso de los israelitas y, una parada en especial, llamó mi atención.
Cuando  ya llevaban un tiempo de camino, Dios los llevó a un lugar sin agua. La reacción de los israelitas, obviamente, fue de gran descontento y generó agitación en contra de Moisés, su líder. El detalle, aunque no está escrito es que, Dios no los llevó ahí por error o fue que los israelitas salieron de su vista por un momento y terminaron ahí. ¡No! ¡Dios mismo los llevó a un lugar sin agua!
¿El motivo? Se me ocurre que pudo hacerlo para hacerles evidente su ingratitud y su permanente queja. O tal vez quiso sacar a la luz su tendencia a renegar contra la autoridad de su líder. Las razones, a fin de cuentas, podrían ser muchas y Dios las tenía claras.
Nosotros no contamos con un GPS tan explícito para seguir a Dios en Su Voluntad. Tenemos lineamientos y directrices en la Biblia pero, ¿acaso no hemos terminado alguna vez en un lugar sin “agua” y pensamos que nos hemos desviado de su dirección o que a Él se le ha pasado algún detalle por alto?
La realidad es que, a la mayoría, no nos gusta pensar en que Dios nos lleve directo a lo que nos disgusta o nos reta. Pero, para quienes no dejamos de pedirle a Dios que intervenga para llevarnos al destino que Él tiene contemplado, la verdad es que, a veces, Él nos guiará hacia las circunstancias y lugares que mejor nos conviene. . . conforme a Su plan y no nuestras preferencias.

lunes, 21 de noviembre de 2011

"¿Por qué Jacob?

Alevoso, mentiroso, ventajoso y usurpador. Estas serían, probablemente, las palabras que describirían mejor a uno de los patriarcas de los judíos: Jacob, padre de los 12 jerarcas y líderes de las tribus de Israel, el pueblo elegido.
Si un cazador de talentos hubiera presentado su currículum con estos antecedentes, ¿realmente podría haber calificado como el candidato ideal? Yo, honestamente, lo dudo. Porque, si continúo con su historia, lo único que podría añadir, a su lista de “cualidades”, la harían aún más dudosa.
Entonces, ¿por qué Dios eligió a Jacob?
Una idea que ha surgido del estado en que está mi relación con Dios, me hace pensar que, Él, encontró mérito en el hecho de que Jacob, casi con necedad, se enfrentó a Dios para insistir en recibir Su bendición. Y, con un poco de lógica, no se me ocurre que lo hiciera porque se sentía con el derecho de exigir por su buena conducta sino de una desesperada necesidad de recibirla para continuar su camino.
La desesperación, a veces, trae consigo la humildad y un poco de sabiduría. Humildad para reconocer que ya no podemos seguir adelante sin la compañía de Dios y, sabiduría, para comprender que Dios es Dios y que ya no cabe la fantasía de que podemos manipular y gobernar nuestro futuro como si fuésemos nuestro propio dios.
Cuando incluyo esta explicación entre las líneas de los pasajes que siguen, entonces puedo encontrar un poco de sentido a la nueva actitud mansa y responsable de Jacob ante los abusos de su suegro. ¿Habrá pensado Jacob que, incluso los engaños y malas pasadas de Labán, eran la Voluntad de Dios y parte de la bendición por la que luchó hasta dislocarse la cadera?
No lo sé. Aquí, a fin de cuentas, no pretendo presentar una clase de teología o hermenéutica. Sólo creo que, como Jacob, seguiré insistiendo con tenacidad o hasta con tozudez, de ser necesario, para que Dios me bendiga y me señale Su Voluntad para mí. Algo que, a últimas fechas, hago hasta el punto del enfado.