Además de la complicación en la que me vi al tratar de entender las tres personas de Dios, es decir, la Trinidad, probablemente el segundo problema más grande en el nacer de mi fe fue re-concebir al Dios del Antiguo Testamento.
Más de una vez, al escuchar la aseveración de “Dios te ama” de boca de algún hermano en Cristo, tuve que sofocar mi respuesta diciendo, ¿de qué me hablas?
A antes de convertirme a Cristo y a falta de información que me explicara la naturaleza del Dios, en mi ignorancia, rellené los huecos para formarme alguna imagen de Él y el resultado fue un Dios lejano, castigador e indiferente, al menos, hasta que cometía la siguiente falta.
Cuando inicié la lectura de la Biblia comprendí cuan errada estaba en ese concepto fabricado desde mis limitaciones y desconocimiento. Aunque, reconozco, en algunas ocasiones casi caigo en mi creencia del pasado al leer la severidad del castigo de Dios hacia los israelitas, infractores recurrentes con la idolatría y la infidelidad. Pero, el pasaje de Jueces, porque sí, sigo entretenida en el libro de Jueces, el capítulo 10 me revela nuevamente al Dios Padre en su verdadera naturaleza.
La frase “. . .Y Él fue angustiado a causa de la aflicción de Israel” (Jueces 10:16b) me conmueve al imaginar al Dios todopoderoso, no sólo dolido por la traición constante de su pueblo elegido sino por el dolor de ellos al sufrir las consecuencias de su pecado, consecuencias que Él permite como un acto de amor para lograr obediencia de aquel pueblo rebelde.
Todo me hace recordar una frase muy usada por los padres al corregir a sus hijos: “Eso me duele más que a ti”. Y me confirma que Dios, como el Padre perfecto y amoroso, se conduele de mi dolor, se aflige cuando tiene que disciplinarme y sufre cuando sufro.
Aunque, a veces, aún me cuesta trabajo creer que el Dios del universo me ame infinitamente y le importen hasta mis más pequeños pesares, ahora lo acepto como una plena verdad.
Si yo te dijera, que al igual que a mí, el Dios todopoderoso te ama infinitamente y se conduele en tu dolor, ¿Podrías creerlo fácilmente? ¿Cambiaría algo en tu vida saberte tan amado?. . . ¡Piénsalo bien!
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