lunes, 30 de enero de 2012

"Dos caminos"

“¡Yo no hice nada para que me echaran en la cárcel!”, explica, José, al copero y el panadero encarcelados por el faraón.
El énfasis de su declaración me lleva a sacar cuentas de todos los años que, José, había vivido en un cautiverio que inicia por la envidia y maldad de los hermanos. Sumado esa historia de injusticia, la lascivia de la esposa de su dueño, Potifar, lo envía a prisión. Sus principios y lealtad le cuestan el precario estatus de libertad y, para colmo, ni el motivo de su gratitud, su amo, lo reconoce.
¿Cómo reaccionar ante tantos eventos sin sentido y tan llenos de injusticia?
Cuando reviso, veo la mansedumbre con que acude y decide servir al Faraón. Y, en el momento en que Dios parece acomodar las circunstancias para que descargue un justificado deseo de venganza, al final, acoge a sus hermanos a quienes ha perdonado y los hace partícipes de la posición privilegiada que le da ser el segundo en mando después del faraón.
José, en algún o en muchos momentos, tiene dos caminos para vivir y enfrentar la circunstancia: amargado o aceptante. Y, por lo que  ocurre en los últimos diez capítulos del libro de Génesis, descubro que opta por aceptar y responder con bondad.
No por su actitud puedo ignorar lo que ha sentido. Basta leer el nombre de sus dos hijos para recordarlo: Manasés, que significa “Dios ha hecho que me olvide de todos mis problemas, y de mi casa paterna” y Efraín, “Dios me ha hecho fecundo en esta tierra donde he sufrido”.
El hijo favorito de Jacob, José, caminó con rectitud y bondad a pesar de los problemas, injusticia y sufrimiento. No aceptó la opción de la amargura y la venganza, a pesar de tener motivos para ellos. Un ejemplo anticipado e ideal para lo que después, en el nuevo testamento, encontraremos: “Devolved bien por mal”.
¿Qué hizo que José no se hundiera en la desesperación y se entregara al odio? ¿Acaso su fe y certeza de que, el destino, está en manos de Dios lo libró de la venganza? ¿Cuándo empezó a confiar en Dios como autor de su vida? La historia no nos lo cuenta pero, sus conclusiones, me dicen que así fue.

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