martes, 17 de enero de 2012

"¿Derecha o izquierda?"

Capítulo 13 de Génesis y, aunque parece que Abram sigue siendo el estelar, yo me encuentro siguiendo a su sobrino, Lot.
El tío Abram, al menos a estas alturas de la historia, ya tiene varios aciertos y todos tienen que ver con la obediencia a Dios motivada por la fe. Ya dejó atrás la estabilidad que disfrutaba en la casa paterna y ya sobrevivió a la amenaza de ser aniquilado por tener una esposa hermosa, dejando atrás el episodio enriquecido e intacto. Aunque en mí queda la sensación de que, para asegurarme de que aprendió la lección, una disculpa o seña de arrepentimiento están faltando.
Pero, la vida continúa para Abram y entonces cede la atención a Lot. En un acto de generosidad, Abram le da la posibilidad de elegir en cual de los campos quiere establecerse y seguir con la prosperidad de que ambos gozaban pero, ahora, sin estorbarse.
Ahí es donde conecto con Lot y, esforzándome por evitar las respuestas religiosamente aceptadas, me pongo en sus zapatos justo antes de elegir.
¿Derecha o izquierda? Las opciones son opuestas y no sólo en su ubicación geográfica. Una representa la bonanza, la tierra fértil, los campos listos para que pasten las bestias. En resumen, la vida resuelta y la garantía de que, con esa tierra, las riquezas seguirían creciendo. La otra es la parte de la tierra que requiere trabajo y, no siendo tan obviamente fértil, se encuentra latente el riesgo de no producir lo suficiente y, que su gente y el ganado, no tengan lo necesario.
Cuando se está al otro lado de las páginas, leyendo, es fácil apoyar a Abram en su propuesta de permitir a Lot tomar la decisión y pensar que éste está tomando ventaja del amor del tío. Pero, siendo realistas y revisando mi propia vida, me doy cuenta de que imito mucho más a Lot que a Abram.
Sólo me basta escuchar mis oraciones en las que, una y otra vez, pido a Dios por un campo como el elegido por Lot, y me convenzo de que, a decir verdad, no estoy rogando por tener como futuro un campo que me implique incertidumbre, estrechez y mucho trabajo, así como no antepongo, tanto como debiera, el bienestar de otros sobre el mío propio.
Tal vez yo sea la única “Lot” confesa pero, sólo desde este hallazgo, puedo darme cuenta del mérito y ejemplo de nuestro amigo Abram. 

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