Aunque ficticio, el protagonista de la película “In the wild” formó un retrato muy claro de la forma en que la mayoría de los seres humanos reaccionamos y, más particularmente pensé, los cristianos.
Independientemente del transcurrir de la trama, fue con una frase que el joven protagonista me hizo comprender lo que realmente quiere decir Dios cuando nos habla de aprender a vivir en “contentamiento”. Cuando leí eso por primera vez, confieso, el sinónimo que sonó en mi mente fue: resignación. Pero, cuando ese joven que vivía en la ladera alta de una montaña árida, dijo: “Vivo aquí entre la tierra, sí, pero vivo aquí por elección. . .”, lo que escuché fue convicción y una aceptación explícita pues era su elección el subsistir en ese lugar inhóspito con todas las incomodidades que implicaba, viviéndolo con pasión, gozo y encontrando belleza en medio de las carencias.
Entonces pensé en la frase de la oración que con tanta frecuencia decimos: “Señor, hágase Tu Voluntad”. ¿Qué tanta verdad hay en nuestra oración? ¿Acaso aceptamos de igual forma las circunstancias que Él dispone en nuestra vida que aquellas que nosotros elegimos?
Si el personaje de la película hubiera terminado en el mismo paraje por alguna circunstancia ajena a su voluntad, ¿habría gozado del sol agobiante, la sequedad del ambiente y la soledad?
Me atrevo a asegurar que no y lo sustento, no sólo en mi experiencia personal sino en las innumerables veces en que he visto a mi alrededor a creyentes cuestionando y quejándose de su realidad, obviamente, Voluntad de Dios.
Parece que el renunciar a nuestra voluntad y aceptar la de Dios es la fórmula para vivir en el contentamiento que, ahora, traduzco como aceptación.
Ahora. . . tras descubrir la atadura que me impide vivir en gozo las circunstancias no elegidas me pregunto, ¿podré vivirlas con gozo la próxima vez? ¿Y tú, podrás?. . . ¡Piénsalo bien!
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