Mi transitar constante por las carreteras durante las últimas semanas, han ocurrido en todo tipo de panoramas y clima. Algunos paisajes bajo el sol del atardecer han sido un bálsamo a mis angustias y otros, lluviosos y oscuros, fueron el reflejo de mi propio estado de ánimo. Pero los caminos cubiertos de neblina son los que más corresponden con mi momento de vida.
Por la niebla, la velocidad del ritmo de mi vida fue alterada y por momentos, hasta he quedado casi paralizada. Y, a pesar de ello, he tenido que continuar entre la espesa niebla de la incertidumbre. Hubo días en los que, avanzando sobre el asfalto, las únicas guías fueron las rayas sobre la carpeta oscura, con todo a mí alrededor borrado por la cortina de nubes, sin luz ni paisaje ni anuncios. ¡Qué difícil ha sido seguir adelante casi a ciegas!
Durante este tiempo pleno de urgencias, mis hábitos quedaron atrás, tanto que ¡ni siquiera pude leer mi Biblia diariamente! Pero, al igual que los momentos en que lo único que pude ver frente a mis ojos fueron las rayas sobre el asfalto, la memoria de sus enseñanzas fue mi guía para continuar a ciegas.
¿Vivo en pecado o desobediencia? Honestamente, creo que no. Y me alegro de haber atesorado en los tiempos soleados cada una de los versículos que, como rayas discontinuas, continuas, amarillas o dobles, me permitieron seguir sobre el camino en la certeza de que Dios me cubriría al caminar por fe y no por vista.
Hace no mucho hubiera vivido estos tiempos de vértigo con culpa por no mantener mi hábito de leer continuamente la Biblia pero, ahora, comprendo que ese arsenal de verdades son mi herramienta para los tiempos de tempestad.
Y tú, ¿Cuánto de las verdades de Dios has atesorado para los tiempos en que tengas que caminar entre la niebla? ¡Piénsalo bien!
No hay comentarios:
Publicar un comentario