Dicen que los viajes ilustran y coincido plenamente. Hoy, por ejemplo, al visitar un viñedo de más de 60 hectáreas aprendí como cultivan 15 diferentes variedades de uva para producir 15 tipos de vino distintos. Y la planta de la uva tiene, particularmente, un atractivo adicional para mí pues es usada en la Biblia en repetidas ocasiones como figura central en alegorías que Dios usa para enseñarnos y guiarnos.
El viñedo, como tal, es especial en su manera de crecer y desarrollarse. De él tenemos un fruto pequeño pero que, idealmente, crece en racimos hermosos y tupidos. Al conocer a detalle su forma de cultivo y desarrollo, más entiendo la razón para que Dios lo utilice para sus enseñanzas.
Esta vez, las aves me recordaron a los cristianos pues, al igual que las aves, muchas veces nos vemos entretenidos con asuntos muy placenteros y gratos, lo que nos hace olvidar que íbamos en busca de un fruto mejor. Es como si el enemigo, deliberadamente, pusiera una barrera a base de deleites y distractores atractivos para evitar que lleguemos a disfrutar del verdadero manjar: vivir en la Palabra de Dios.
Muchas ocasiones pensé que la forma en que Satanás estorbaba mi cercanía con el Señor era a través de problemas y dificultades pero, al paso del tiempo, me doy cuenta de que, más efectivo que eso, son aquellas cosas que disfruto y que consumen mi tiempo hasta agotarlo, evitando mis encuentros íntimos con mi Dios.
Descubro un nuevo engaño al reconocer que, mucha parte de mi vida, vivo entretenida disfrutando higos y néctar de rosas en lugar de las deliciosas uvas de la viña del Señor, sus bendiciones.
Y tú, ¿qué disfrutas diariamente? ¿Higos o uvas? ¡Piénsalo bien!