martes, 3 de enero de 2012

"Olvidado o callado"

Sólo tres capítulos han pasado en Génesis y, los descendientes de Adán y Eva, ¡han borrado a Dios del mapa de sus vidas!
Después de leer esos primeros pasajes donde Moisés nos relata como, disfrutando del Edén, Adán y Eva hablan y conviven con Dios abiertamente, descubrir que, al final de capítulo cuatro, puntualiza: “Por ese tiempo comenzaron los hombres a invocar el nombre del Señor”, es algo que me resulta difícil de entender.
¿Podría yo olvidar mis experiencias junto al mismísimo Dios en tan poco tiempo?  Si revisamos con cuidado la genealogía que nos describe, encontramos que Enós, hijo de Set, es nieto de Adán y Eva. ¡Sólo han pasado dos generaciones desde que ellos vivieran en el paraíso terrenal!
Buscando respuestas, una idea me viene a la mente. ¿No es acaso frecuente que, cuando hemos fallado a Dios y no nos arrepentimos para restaurar la comunión, dejamos hasta de mencionarlo? ¿Pudo haber ocurrido que, tras la partida del Edén,  los exiliados ya no hablaran de Dios a sus hijos para cubrir su desobediencia ante los ojos de ellos?
Obviamente, no tengo la respuesta pero algo me hace pensar este episodio: Que no importa cuanto tiempo y que tan cercana ha sido nuestra relación con Dios. Si después de pecar, en lugar de arrepentirnos de nuestro pecado, lo encubrimos, el silencio, muy pronto, nos alejará aún más de Él y, sin darnos cuenta, lo echaremos de nuestra vida.

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