viernes, 16 de marzo de 2012

"¡Cuidado!"

Aunque muchos recomiendan leer la Biblia iniciando con el Nuevo Testamento, yo he encontrado que la secuencia cronológica, que inicia en Génesis, me da una visión muy distinta y me ayuda a entender como el hombre ha ido “entendiendo”, si es válida la aseveración, a Dios y como ha ido cambiando su relación con Él a lo largo del tiempo.
Y, más importante aún, descubro que Dios tiene memoria, que escucha y que considera las actuaciones, peticiones y necesidades de los seres humanos.
Semanas atrás, en Éxodo y Números, Moisés funcionaba como líder de los judíos y ahora, en Deuteronomio, Dios mismo les recuerda y dice en el versículo 16 del capítulo 18: “Esto es conforme a todo lo que pediste al Señor tu Dios en Horeb el día de la asamblea, diciendo: “No vuelva yo a oír la voz del Señor mi Dios, no vuelva a ver este gran fuego, no sea que muera”.
El tiempo al que se refiere es el momento en el que los israelitas, en lugar de aceptar una invitación para encontrarse con Dios, le piden que haya un intermediario entre ellos y Él. La solicitud, nos muestra Deuteronomio, es escuchada y atendida.
Aunque la petición misma amerita una reflexión en particular, una campanada de atención me invita a pensar que, ¡debemos tener cuidado con lo que pedimos!, porque Dios, sin duda, está escuchando.
Ante esta conclusión, pienso, la oración toma una nueva dimensión y requiere un tratamiento distinto. Tal vez los creyentes hemos confundido el acceso a Dios de manera directa y constante, con una descuidada forma de pedir Su intervención y su atención.
Desde hoy, me propongo recordar, ¡Cuidado con lo que pides!

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