lunes, 21 de noviembre de 2011

"¿Por qué Jacob?

Alevoso, mentiroso, ventajoso y usurpador. Estas serían, probablemente, las palabras que describirían mejor a uno de los patriarcas de los judíos: Jacob, padre de los 12 jerarcas y líderes de las tribus de Israel, el pueblo elegido.
Si un cazador de talentos hubiera presentado su currículum con estos antecedentes, ¿realmente podría haber calificado como el candidato ideal? Yo, honestamente, lo dudo. Porque, si continúo con su historia, lo único que podría añadir, a su lista de “cualidades”, la harían aún más dudosa.
Entonces, ¿por qué Dios eligió a Jacob?
Una idea que ha surgido del estado en que está mi relación con Dios, me hace pensar que, Él, encontró mérito en el hecho de que Jacob, casi con necedad, se enfrentó a Dios para insistir en recibir Su bendición. Y, con un poco de lógica, no se me ocurre que lo hiciera porque se sentía con el derecho de exigir por su buena conducta sino de una desesperada necesidad de recibirla para continuar su camino.
La desesperación, a veces, trae consigo la humildad y un poco de sabiduría. Humildad para reconocer que ya no podemos seguir adelante sin la compañía de Dios y, sabiduría, para comprender que Dios es Dios y que ya no cabe la fantasía de que podemos manipular y gobernar nuestro futuro como si fuésemos nuestro propio dios.
Cuando incluyo esta explicación entre las líneas de los pasajes que siguen, entonces puedo encontrar un poco de sentido a la nueva actitud mansa y responsable de Jacob ante los abusos de su suegro. ¿Habrá pensado Jacob que, incluso los engaños y malas pasadas de Labán, eran la Voluntad de Dios y parte de la bendición por la que luchó hasta dislocarse la cadera?
No lo sé. Aquí, a fin de cuentas, no pretendo presentar una clase de teología o hermenéutica. Sólo creo que, como Jacob, seguiré insistiendo con tenacidad o hasta con tozudez, de ser necesario, para que Dios me bendiga y me señale Su Voluntad para mí. Algo que, a últimas fechas, hago hasta el punto del enfado.

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